Por una cuestión de ubicación cardinal, el departamento de Luis y Luisa se llenaba de tierra todos los días.
Ella, fanática de la limpieza, no pasaba más de dos días sin realizar una aspirada general. Él, más relajado, pasaba un trapo cada cuatro o cinco.
Las discusiones en ese departamento sobre la tierra eran continuas y los deseos de mudarse de Luisa resultaban recurrentes. Además, la mujer estaba exhausta entre tantas aspiradas y su trabajo fuera de casa.
Luis volvía más tarde que su esposa al hogar, y siempre la encontraba ordenando la mugre del lugar.
- Luisa, vamos a contratar a una muchacha que limpie la casa, tres veces por semana, esto no puede seguir así.- Dijo él, preocupado por el cansancio de su mujer.
Ella aceptó un tanto desconfiada, no sabía si haría un buen trabajo. Él la convenció.
Al día siguiente se puso en contacto con las referencias que prontamente le acercaron y contrató a Claudia.
- A las nueve de la mañana viene.- Le dijo Luis a Luisa esa misma noche.
Durmieron tranquilamente, sabiendo que el problema de la tierra sería del pasado.
Cerca de las seis, Luis se dio vuelta en su cama y escuchó unos ruidos provenientes desde el comedor. Notó que Luisa ya no estaba a su lado. Fue lentamente hacia el lugar y se encontró con su mujer, limpiando intensamente gran parte del departamento.
- ¡Luisa! ¿Qué estás haciendo? ¡Hoy viene Claudia a limpiar!- Dijo enérgico e indignado Luis.
- ¡Ya lo sé!.- Respondió ella acelerada- ¿Pero qué va a decir cuando llegue y encuentre la casa inmunda de tierra?
miércoles, 29 de octubre de 2008
martes, 19 de agosto de 2008
Cuestionario al paso
-¿Usa medias de colores?
-¿Elige las galletitas con los ojos cerrados?
-¿Se aventura en la elección del shampoo?
-¿Cómo se lleva con las hortalizas?
-¿Qué versión de Windows prefiere?
-¿Recuerda alguna premonición ajena?
-¿Se considera buen oyente?
-¿Qué dije antes?
-Si tiene que mentir, ¿usa a la verdad como instrumento?
-¿Sabe inflar buenas bombuchas?
-Al número cuatro con las manos ¿lo hace inclinando el dedo gordo o el meñique?
-¿Prefiere hacer zapping yendo para arriba o para abajo?
-¿Cuál es su ochava preferida?
-¿Se anima a arriesgar cuántas preguntas van desde que empezó el cuestionario sin contarlas previamente? Responda sí o no
-Si dijo sí, diga el número, si dijo no, responda: ¿Prefiere milanesas de carne o de pollo?
-¿Qué define más a una persona: la música que escucha o su estornudo?
-¿Cuántos hielos elige con libertad para su vaso en una tarde calurosa?
-¿Le hace caso a la fecha de vencimiento de los productos?
-¿Qué sonido le sale mejor?
-¿Un lugar para tocar la bocina?
-Si tiene que escribir una sola mayúscula, ¿usa shift o bloq mayus?
-¿Habitualmente habla gritando?
-¿Está conforme con su risa de tentación?
-¿Disfruta más la primera o la última galletita del paquete?
-¿Se le antoja algo en este preciso momento?
-¿Sabe qué países limitan con México sin mirar el mapa?
-¿Considera a Australia potencia mundial?
-¿Prefiere preguntas concretas o de análisis extenso? Si las prefiere concretas explique el por qué, si las prefiere de análisis, limítese a escribir hasta cuánto ha contado alguna vez sin interrupciones
-¿Sabe usar el sacacorchos?
-¿Considera que algún número está en vías de extinción?
-¿Cuál es la segunda página que visita en internet habitualmente?
-¿Prefiere la pizza en el almuerzo o cena?
-¿Un color para subrayar?
-¿Una forma de tocar el timbre?
-Su nombre completo es:
-Y su despedida preferida es:
-¿Elige las galletitas con los ojos cerrados?
-¿Se aventura en la elección del shampoo?
-¿Cómo se lleva con las hortalizas?
-¿Qué versión de Windows prefiere?
-¿Recuerda alguna premonición ajena?
-¿Se considera buen oyente?
-¿Qué dije antes?
-Si tiene que mentir, ¿usa a la verdad como instrumento?
-¿Sabe inflar buenas bombuchas?
-Al número cuatro con las manos ¿lo hace inclinando el dedo gordo o el meñique?
-¿Prefiere hacer zapping yendo para arriba o para abajo?
-¿Cuál es su ochava preferida?
-¿Se anima a arriesgar cuántas preguntas van desde que empezó el cuestionario sin contarlas previamente? Responda sí o no
-Si dijo sí, diga el número, si dijo no, responda: ¿Prefiere milanesas de carne o de pollo?
-¿Qué define más a una persona: la música que escucha o su estornudo?
-¿Cuántos hielos elige con libertad para su vaso en una tarde calurosa?
-¿Le hace caso a la fecha de vencimiento de los productos?
-¿Qué sonido le sale mejor?
-¿Un lugar para tocar la bocina?
-Si tiene que escribir una sola mayúscula, ¿usa shift o bloq mayus?
-¿Habitualmente habla gritando?
-¿Está conforme con su risa de tentación?
-¿Disfruta más la primera o la última galletita del paquete?
-¿Se le antoja algo en este preciso momento?
-¿Sabe qué países limitan con México sin mirar el mapa?
-¿Considera a Australia potencia mundial?
-¿Prefiere preguntas concretas o de análisis extenso? Si las prefiere concretas explique el por qué, si las prefiere de análisis, limítese a escribir hasta cuánto ha contado alguna vez sin interrupciones
-¿Sabe usar el sacacorchos?
-¿Considera que algún número está en vías de extinción?
-¿Cuál es la segunda página que visita en internet habitualmente?
-¿Prefiere la pizza en el almuerzo o cena?
-¿Un color para subrayar?
-¿Una forma de tocar el timbre?
-Su nombre completo es:
-Y su despedida preferida es:
martes, 22 de julio de 2008
Caída
Con el cielo despejado en su totalidad, Alberto dio el salto de su vida. La separación del avión había sido una decisión difícil de tomar, pero el profesional que lo acompañaba lo convenció con una palmada demasiado firme. Era la primera vez que hacía paracaidismo, algo que toda su vida esperó.
Los primeros instantes en el cielo los hizo en silencio, admirando una vista impecable. Luego cruzó unas palabras con su compañero de caída libre hasta el momento. "¡Qué bárbaro!, "no somos nada", "me duelen los cachetes si hablo", " ¿es normal que tenga sed?", eran algunos de los comentarios realizados por Alberto en el aire.
Luego de ver todo lo posible desde la altura, se lamentó en no tener la cámara de fotos. Sin embargo consideró que no le servirían más de 6 fotos, ya que desde el cielo cayendo hacia el suelo opinaba que había menos paisaje para capturar que caminando horizontalmente. Además, el instructor le había colocado una cámara en su casco para filmar todo el viaje.
Los minutos cayeron rápidamente luego de que Alberto se olvidara que estaba acercándose cada vez más al piso. Fue cuando este joven amateur notó detalladamente preocupado al profesional del paracaídas.
- ¿Algún problema?- Dijo Alberto con mucha sed.
- No, no, nada.- Contestó su acompañante.
- Me gustaría que a esta altura seas honesto conmigo.- Sostuvo Alberto olvidándose de la sed, intentando mirarlo lo más cara a cara posible.
El profesional no contestó, hasta que hizo una maniobra definitiva que lo hizo estallar en llanto.
- ¡El paracaídas no se abre!- Exclamó por fin el acompañante.
- ¡Sabía que esto me iba a pasar a mí! Lo sabía. Y no te lo dije para no quemarme, pero estaba seguro que no se iba a abrir.- Dijo resignado pero extrañamente calmado.
- Hay una técnica que...- Comenzó a explicar el paracaidista, pero Alberto se movía desesperadamente, tratando de buscar algo en uno de sus bolsillos.
- Acá está.- Dijo triunfante Alberto.
- Vamos hombre, pero ¿qué es lo que hace?
Alberto intentó mirarlo de frente nuevamente, frunció el seño y expresó su duda:
- ¿Con este ticket del pasaje me devuelven la plata?
Los primeros instantes en el cielo los hizo en silencio, admirando una vista impecable. Luego cruzó unas palabras con su compañero de caída libre hasta el momento. "¡Qué bárbaro!, "no somos nada", "me duelen los cachetes si hablo", " ¿es normal que tenga sed?", eran algunos de los comentarios realizados por Alberto en el aire.
Luego de ver todo lo posible desde la altura, se lamentó en no tener la cámara de fotos. Sin embargo consideró que no le servirían más de 6 fotos, ya que desde el cielo cayendo hacia el suelo opinaba que había menos paisaje para capturar que caminando horizontalmente. Además, el instructor le había colocado una cámara en su casco para filmar todo el viaje.
Los minutos cayeron rápidamente luego de que Alberto se olvidara que estaba acercándose cada vez más al piso. Fue cuando este joven amateur notó detalladamente preocupado al profesional del paracaídas.
- ¿Algún problema?- Dijo Alberto con mucha sed.
- No, no, nada.- Contestó su acompañante.
- Me gustaría que a esta altura seas honesto conmigo.- Sostuvo Alberto olvidándose de la sed, intentando mirarlo lo más cara a cara posible.
El profesional no contestó, hasta que hizo una maniobra definitiva que lo hizo estallar en llanto.
- ¡El paracaídas no se abre!- Exclamó por fin el acompañante.
- ¡Sabía que esto me iba a pasar a mí! Lo sabía. Y no te lo dije para no quemarme, pero estaba seguro que no se iba a abrir.- Dijo resignado pero extrañamente calmado.
- Hay una técnica que...- Comenzó a explicar el paracaidista, pero Alberto se movía desesperadamente, tratando de buscar algo en uno de sus bolsillos.
- Acá está.- Dijo triunfante Alberto.
- Vamos hombre, pero ¿qué es lo que hace?
Alberto intentó mirarlo de frente nuevamente, frunció el seño y expresó su duda:
- ¿Con este ticket del pasaje me devuelven la plata?
lunes, 7 de julio de 2008
La bolsa de las respuestas
Villagrán se despertó con tiempo. Desayunó sentado en la mesa como todos los jueves, y lavó su taza como todos los días con el resto de café. Nunca lo terminaba.
Mientras se cambiaba, recordó que necesitaba una respuesta. Buscó entre las medias del primer cajón y no la encontró. “Que raro”, pensó, ahí las guardaba siempre. Miró debajo de la cama, y nada.
Un poco más impaciente se fijó en el living, pero seguía sin suerte. Ni atrás del televisor, ni dentro de los libros, ni en el cajón de la verdura, en ningún lado la veía. Volvió a su habitación, y cuando la desesperación parecía ganarle, encontró una bolsa que tenía a la vista. La revisó y ahí estaba, en su interior, la respuesta que buscaba.
Se puso los zapatos, salió a la calle, estiró los brazos y arrancó hacia el este. Estaba contento con su respuesta, le hacía juego con la camisa y la sonrisa. Que tranquilidad la de Villagrán.
Mientras se cambiaba, recordó que necesitaba una respuesta. Buscó entre las medias del primer cajón y no la encontró. “Que raro”, pensó, ahí las guardaba siempre. Miró debajo de la cama, y nada.
Un poco más impaciente se fijó en el living, pero seguía sin suerte. Ni atrás del televisor, ni dentro de los libros, ni en el cajón de la verdura, en ningún lado la veía. Volvió a su habitación, y cuando la desesperación parecía ganarle, encontró una bolsa que tenía a la vista. La revisó y ahí estaba, en su interior, la respuesta que buscaba.
Se puso los zapatos, salió a la calle, estiró los brazos y arrancó hacia el este. Estaba contento con su respuesta, le hacía juego con la camisa y la sonrisa. Que tranquilidad la de Villagrán.
sábado, 28 de junio de 2008
Comunicaciones
Con cara de perdido salí a dar una vuelta. Con cara de contento respiré el aire de ese frío y despejado martes a la mañana por el parque. Con cara de oportunista me senté en un banco libre, bastante alejado del resto. Con cara de aburrido miré para todos lados hasta que con cara de aventurero la vi acercándose. Según su cara, puedo afirmar que también me miró.
Con nervios, puse una tímida cara de hola. Ella puso la misma cara, supe que el saludo estaba procesado. Puse cara de cómo te llamás, y ella puso cara de Florencia. Yo puse cara de Federico. Ambos pusimos cara de cuántos años tenés, y nos contestámos nuevamente al mismo tiempo. Sonreímos con cara de choque los cinco e impactamos las palmas en el aire. Su mano fue agradable y se lo dije con la cara. Mis gestos se pusieron más amables aún y puse cara de te quiero tomar de esa mano. Ella aceptó y puso cara de querer sentarse en el pasto. Yo puse cara de que me parecía buena idea y caminamos hacia un lugar cómodo con caras de charla entretenida.
Nos miramos un largo rato con cara de conociéndonos bastante. Ella sonrió y puso cara de que le caí bien. Yo puse cara de quiero verte mañana y ella me contestó con cara de que mañana no podía. No quise poner cara de verla pasado mañana porque me pareció asfixiante, así que puse cara de qué pena. Ella puso la misma cara, pero al instante la cambió por una de tengo el jueves libre. Yo puse cara de que también podía y sonreí por dentro de costa a costa. Ella me agarró de la mano y pusimos cara de seguir charlando. Se acercó el mediodía y noté su cara de tener que irse. Puse cara de parece que te conozco de toda la vida y ella sonrió modestamente. Puse cara de pasáme tu teléfono y ella puso cara de yo lo anoto en el tuyo. Se lo dí y lo archivó artísticamente. Nos besamos como despedida y puse cara de hablamos luego pero nos vemos el jueves. Ella puso cara de que le parecía regio. Nos alejamos cada cuál por un camino distinto, mirándonos con cara de diciéndonos algo a la distancia. Cuando ya estaba casi irreconocible, le puse cara de hasta pronto. Ella puso cara de no te entiendo. Yo la expresé más, pero seguía sin entender. Desde setenta metros le grité “hasta luego”. Ella contestó con un fuerte “¿qué?”. Yo repetí mi despedida, pero otra vez no me escuchó. Finalmente decidí alejarme con cara de qué sorda es.
Con nervios, puse una tímida cara de hola. Ella puso la misma cara, supe que el saludo estaba procesado. Puse cara de cómo te llamás, y ella puso cara de Florencia. Yo puse cara de Federico. Ambos pusimos cara de cuántos años tenés, y nos contestámos nuevamente al mismo tiempo. Sonreímos con cara de choque los cinco e impactamos las palmas en el aire. Su mano fue agradable y se lo dije con la cara. Mis gestos se pusieron más amables aún y puse cara de te quiero tomar de esa mano. Ella aceptó y puso cara de querer sentarse en el pasto. Yo puse cara de que me parecía buena idea y caminamos hacia un lugar cómodo con caras de charla entretenida.
Nos miramos un largo rato con cara de conociéndonos bastante. Ella sonrió y puso cara de que le caí bien. Yo puse cara de quiero verte mañana y ella me contestó con cara de que mañana no podía. No quise poner cara de verla pasado mañana porque me pareció asfixiante, así que puse cara de qué pena. Ella puso la misma cara, pero al instante la cambió por una de tengo el jueves libre. Yo puse cara de que también podía y sonreí por dentro de costa a costa. Ella me agarró de la mano y pusimos cara de seguir charlando. Se acercó el mediodía y noté su cara de tener que irse. Puse cara de parece que te conozco de toda la vida y ella sonrió modestamente. Puse cara de pasáme tu teléfono y ella puso cara de yo lo anoto en el tuyo. Se lo dí y lo archivó artísticamente. Nos besamos como despedida y puse cara de hablamos luego pero nos vemos el jueves. Ella puso cara de que le parecía regio. Nos alejamos cada cuál por un camino distinto, mirándonos con cara de diciéndonos algo a la distancia. Cuando ya estaba casi irreconocible, le puse cara de hasta pronto. Ella puso cara de no te entiendo. Yo la expresé más, pero seguía sin entender. Desde setenta metros le grité “hasta luego”. Ella contestó con un fuerte “¿qué?”. Yo repetí mi despedida, pero otra vez no me escuchó. Finalmente decidí alejarme con cara de qué sorda es.
domingo, 22 de junio de 2008
El día que jugué para Boca
No formo parte del plantel, no voy a entrenar todos los días, no conozco personalmente a los jugadores y ni siquiera soy hincha de Boca. Pero tuve la suerte de jugar un partido.
Fue en la cancha de Newell’s, donde oportunamente hacía de local, frente a Gimnasia de La Plata. Era de noche. Lo sé porque estaban encendidas las torres de iluminación. Había mucha gente, lo sé porque apenas entré, lo primero que hice fue mirar a las tribunas. Estaban repletas. En lo personal me sentía desprolijo. No me decidía por la altura de las medias y la camiseta me quedaba notoriamente grande. Además no me había afeitado, con barba me da la sensación de que juego peor. Pero ya estaba ahí.
El hecho de no formar parte del plantel y no conocer personalmente a los jugadores me jugó en contra. En vez de posicionarme en la cancha antes de empezar el partido, fui a saludar a Battaglia y a Riquelme. No me dieron mucha bola.
Sin haber hablado con nadie previamente, sabía que iba a ocupar el mediocampo, por la derecha. Que raro pensaba yo, nunca jugué ahí. Pero bueno, podía ser, porque tampoco había jugado nunca en Boca y ahí me encontraba.
Estaba por darle una palmada en el hombro a Riquelme, para hacerle creer que no estaba nervioso y mostrarle mi seguridad con mi mano cuando el árbitro arrancó el cotejo. Fui corriendo hacia la derecha y empecé a pedir el esférico. Estaba jugando, yo, ¡y no le avisé a nadie!, me lamentaba.
Los primeros instantes del encuentro me tuvieron un poco excluido del juego. No me pasaban la pelota. Yo la pedía a gritos, pero tal vez los ruidos de las tribunas no me dejaban expresar.
Recuerdo que el primer contacto que hice con el balón fue por un pase del arquero. Lo llamativo fue que lo hizo Navarro Montoya, y él ya no juega más en Boca. Pero no iba a ser tan inoportuno de preguntarle qué hacía en el arco al Mono en ese instante, y por eso decidí recibir la pelota, bien calladito, dispuesto a protegerla.
Apenas me llegó el pase me di cuenta de mi estado físico. Era lamentable. Impreciso como pocos estaba, y me costó bastante darme vuelta. Cuando me avivé ya era tarde. Estaba en la puerta de nuestra área, y no recuerdo quién, pero posiblemente su número 11, pasó como un tranvía veloz, me sacó la pelota, y disparó al arco. Por suerte para mí y para el equipo, se fue dos metros por encima del travesaño.
Levanté la mano pidiendo disculpas, y el Negro Ibarra me tocó el hombro. Eso me alegró bastante. Fui corriendo a la izquierda rápidamente, casi tanto como lo que demoré en pasarme a la derecha de nuevo, mi verdadera ubicación.
Pese a mi confianza personal, no tuve muchas oportunidades de demostrarla. El tiempo transcurría velozmente y Riquelme parecía enojado. Le quise preguntar si tenía algún problema conmigo, pero malhumorado me mandó a la barrera en un tiro libre. “En el vestuario lo charlo”, pensé.
El partido estaba 0 a 0 con pocas situaciones de gol, hasta que llegó un momento clave en el encuentro. Un contrataque nuestro estaba bien armado. Guillermo Barros Schelotto llevaba la pelota – también le iba a preguntar qué hacía ahí, ya que no juega más en Boca-, Palermo lo seguía a toda su velocidad por el centro de la cancha. Eran dos contra dos.
Y fue ahí que la palmada de Ibarra me despertó. Fue ahí que dije: “Esta es mía”. Comencé a correr como nunca. Movía las piernas sin importarme que estaba exhausto. Parecía un colectivo atrasado dispuesto a pasar en amarillo, pese a que el rojo era ineludible.
Lo alcancé a Guillermo, portador del balón, situado a 4 metros del área, y tomé la decisión de pasarlo en velocidad, por su derecha, mientras gritaba: ¡¡Guilleeee!!.
Me la tiró larga, seguí corriendo junto con un defensor que me seguía de atrás, tratando de agarrarme de la camiseta. ¡Si me tocas me tiro! Le grité decidido y un poco enojado. Pero yo ya sabía qué iba a ser. Mi jugada ya tenía destino. Palermo estaba solo en el área. Le mandé el centro de derecha al ras del piso (reconozco que me salió un tiro pifiado), que le quedó un poco atrás, situación que lo hizo definir de rabona. La pelota salió débil pero bien dirigida y se metió en el primer palo, abajo, en un rincón, haciendo casi inútil la estirada del arquero de Gimnasia. Era el 1 a 0. Un furor interno se apoderó de mi.
La gente comenzó a gritar el gol, y yo también. Lo abracé a Guillermo que no mostraba tanta felicidad. Yo sí, yo estaba en las nubes. “¡Este tiene un ojete últimamente! ¡Mirá el gol que hizo!”, le dije a Barros Schelotto sobre el autor del gol. Y mientras iba a la mitad de la cancha, el árbitro finalizó el primer tiempo.
Nos dirigimos a los vestuarios y todos me miraban simpáticamente. Hasta Riquelme me preguntó mi nombre. Eran todos comentarios alegres. Yo traté de ser un poco humilde, y arremetí con un: “No se por qué me puso Basile (Otra cosa que me llamó la atención, porque Basile ya no es más el técnico), le dije que estaba impreciso”. Con una sonrisa cómplice. Pero en el fondo sabía que era la estrella, estaba convencido que mi jugada había sido de otro partido.
Para el segundo tiempo no ingresé, tal vez me notaron cansado, a lo mejor el técnico se enojo al ver que me estaba afeitando frente al espejo para ser el primer futbolista en afeitarse en el entretiempo de un partido, o quizás simplemente querían retirarme en la gloria. Yo no estaba dispuesto a eso, y semejante actuación me dio ánimos para convocarme a la selección, en un partido frente a Inglaterra. Y acá sí me iba a consagrar, acá estaba dispuesto a soñar un gol mío.
Fue en la cancha de Newell’s, donde oportunamente hacía de local, frente a Gimnasia de La Plata. Era de noche. Lo sé porque estaban encendidas las torres de iluminación. Había mucha gente, lo sé porque apenas entré, lo primero que hice fue mirar a las tribunas. Estaban repletas. En lo personal me sentía desprolijo. No me decidía por la altura de las medias y la camiseta me quedaba notoriamente grande. Además no me había afeitado, con barba me da la sensación de que juego peor. Pero ya estaba ahí.
El hecho de no formar parte del plantel y no conocer personalmente a los jugadores me jugó en contra. En vez de posicionarme en la cancha antes de empezar el partido, fui a saludar a Battaglia y a Riquelme. No me dieron mucha bola.
Sin haber hablado con nadie previamente, sabía que iba a ocupar el mediocampo, por la derecha. Que raro pensaba yo, nunca jugué ahí. Pero bueno, podía ser, porque tampoco había jugado nunca en Boca y ahí me encontraba.
Estaba por darle una palmada en el hombro a Riquelme, para hacerle creer que no estaba nervioso y mostrarle mi seguridad con mi mano cuando el árbitro arrancó el cotejo. Fui corriendo hacia la derecha y empecé a pedir el esférico. Estaba jugando, yo, ¡y no le avisé a nadie!, me lamentaba.
Los primeros instantes del encuentro me tuvieron un poco excluido del juego. No me pasaban la pelota. Yo la pedía a gritos, pero tal vez los ruidos de las tribunas no me dejaban expresar.
Recuerdo que el primer contacto que hice con el balón fue por un pase del arquero. Lo llamativo fue que lo hizo Navarro Montoya, y él ya no juega más en Boca. Pero no iba a ser tan inoportuno de preguntarle qué hacía en el arco al Mono en ese instante, y por eso decidí recibir la pelota, bien calladito, dispuesto a protegerla.
Apenas me llegó el pase me di cuenta de mi estado físico. Era lamentable. Impreciso como pocos estaba, y me costó bastante darme vuelta. Cuando me avivé ya era tarde. Estaba en la puerta de nuestra área, y no recuerdo quién, pero posiblemente su número 11, pasó como un tranvía veloz, me sacó la pelota, y disparó al arco. Por suerte para mí y para el equipo, se fue dos metros por encima del travesaño.
Levanté la mano pidiendo disculpas, y el Negro Ibarra me tocó el hombro. Eso me alegró bastante. Fui corriendo a la izquierda rápidamente, casi tanto como lo que demoré en pasarme a la derecha de nuevo, mi verdadera ubicación.
Pese a mi confianza personal, no tuve muchas oportunidades de demostrarla. El tiempo transcurría velozmente y Riquelme parecía enojado. Le quise preguntar si tenía algún problema conmigo, pero malhumorado me mandó a la barrera en un tiro libre. “En el vestuario lo charlo”, pensé.
El partido estaba 0 a 0 con pocas situaciones de gol, hasta que llegó un momento clave en el encuentro. Un contrataque nuestro estaba bien armado. Guillermo Barros Schelotto llevaba la pelota – también le iba a preguntar qué hacía ahí, ya que no juega más en Boca-, Palermo lo seguía a toda su velocidad por el centro de la cancha. Eran dos contra dos.
Y fue ahí que la palmada de Ibarra me despertó. Fue ahí que dije: “Esta es mía”. Comencé a correr como nunca. Movía las piernas sin importarme que estaba exhausto. Parecía un colectivo atrasado dispuesto a pasar en amarillo, pese a que el rojo era ineludible.
Lo alcancé a Guillermo, portador del balón, situado a 4 metros del área, y tomé la decisión de pasarlo en velocidad, por su derecha, mientras gritaba: ¡¡Guilleeee!!.
Me la tiró larga, seguí corriendo junto con un defensor que me seguía de atrás, tratando de agarrarme de la camiseta. ¡Si me tocas me tiro! Le grité decidido y un poco enojado. Pero yo ya sabía qué iba a ser. Mi jugada ya tenía destino. Palermo estaba solo en el área. Le mandé el centro de derecha al ras del piso (reconozco que me salió un tiro pifiado), que le quedó un poco atrás, situación que lo hizo definir de rabona. La pelota salió débil pero bien dirigida y se metió en el primer palo, abajo, en un rincón, haciendo casi inútil la estirada del arquero de Gimnasia. Era el 1 a 0. Un furor interno se apoderó de mi.
La gente comenzó a gritar el gol, y yo también. Lo abracé a Guillermo que no mostraba tanta felicidad. Yo sí, yo estaba en las nubes. “¡Este tiene un ojete últimamente! ¡Mirá el gol que hizo!”, le dije a Barros Schelotto sobre el autor del gol. Y mientras iba a la mitad de la cancha, el árbitro finalizó el primer tiempo.
Nos dirigimos a los vestuarios y todos me miraban simpáticamente. Hasta Riquelme me preguntó mi nombre. Eran todos comentarios alegres. Yo traté de ser un poco humilde, y arremetí con un: “No se por qué me puso Basile (Otra cosa que me llamó la atención, porque Basile ya no es más el técnico), le dije que estaba impreciso”. Con una sonrisa cómplice. Pero en el fondo sabía que era la estrella, estaba convencido que mi jugada había sido de otro partido.
Para el segundo tiempo no ingresé, tal vez me notaron cansado, a lo mejor el técnico se enojo al ver que me estaba afeitando frente al espejo para ser el primer futbolista en afeitarse en el entretiempo de un partido, o quizás simplemente querían retirarme en la gloria. Yo no estaba dispuesto a eso, y semejante actuación me dio ánimos para convocarme a la selección, en un partido frente a Inglaterra. Y acá sí me iba a consagrar, acá estaba dispuesto a soñar un gol mío.
lunes, 16 de junio de 2008
Técnicas
Aburrido, mirando por la ventana de mi casa, me imaginé en la calle imaginándome en un bar, charlando con un viejo amigo:
- El otro día lo vi a Ricardo, está cambiado che.
- ¿Lo saludaste?
- Sí
- ¿Tenía alguna novedad?
- Le pregunté cómo andaba, qué era de su vida…
- ¿Y que te respondió?
- Me sonrió, me dio una palmada en el hombro, y me robó la billetera.
Tras esa conversación fruncí el seño, deje de figurarme en el bar desde la calle, y me toqué el bolsillo trasero. No tenía la billetera. Dejé de imaginarme en la calle desde mi casa, me palpé otra vez y nuevamente, sin billetera. Renuncié a la imaginación y comencé a buscar mi pérdida por la casa, pero fue en vano, había desaparecido.
Aturdido decidí volver a los lugares en los que estuve. Me recordé en el bar y en la calle otra vez, pero no tuve rastros de ella. Me imaginé en la casa de mi amigo, la busqué por todos lados, y nada. Hice lo mismo en el domicilio de mi madre y tampoco la encontré. Finalmente, atónito, me di por vencido.
La nueva técnica de Ricardo para robar en imaginaciones ajenas era contundentemente infalible y desconcertante.
- El otro día lo vi a Ricardo, está cambiado che.
- ¿Lo saludaste?
- Sí
- ¿Tenía alguna novedad?
- Le pregunté cómo andaba, qué era de su vida…
- ¿Y que te respondió?
- Me sonrió, me dio una palmada en el hombro, y me robó la billetera.
Tras esa conversación fruncí el seño, deje de figurarme en el bar desde la calle, y me toqué el bolsillo trasero. No tenía la billetera. Dejé de imaginarme en la calle desde mi casa, me palpé otra vez y nuevamente, sin billetera. Renuncié a la imaginación y comencé a buscar mi pérdida por la casa, pero fue en vano, había desaparecido.
Aturdido decidí volver a los lugares en los que estuve. Me recordé en el bar y en la calle otra vez, pero no tuve rastros de ella. Me imaginé en la casa de mi amigo, la busqué por todos lados, y nada. Hice lo mismo en el domicilio de mi madre y tampoco la encontré. Finalmente, atónito, me di por vencido.
La nueva técnica de Ricardo para robar en imaginaciones ajenas era contundentemente infalible y desconcertante.
miércoles, 11 de junio de 2008
Confusión
Cómo una sola palabra te desconcierta un rato.
8 am: suena el teléfono.
- Federico: ¿hola?
- Tía abuela: ¡hola!...¿Adriana?
- Federico: ...
- Tía abuela: ¿hola?
- Federico: ...
- Tía abuela: ¿hola?
- Federico: ho...ruido fingido....hol....¿hola? ¿quién habla?
- Tía abuela: ¡hola!, habla Chiche, ¿Fede?, ¿cómo estás?
Y puede pasar...mi tía abuela es un poco sorda y tal vez no me escuchó...o realmente estoy cambiando la voz...para mal...
Por las dudas la próxima atiendo con la voz de rambo.
8 am: suena el teléfono.
- Federico: ¿hola?
- Tía abuela: ¡hola!...¿Adriana?
- Federico: ...
- Tía abuela: ¿hola?
- Federico: ...
- Tía abuela: ¿hola?
- Federico: ho...ruido fingido....hol....¿hola? ¿quién habla?
- Tía abuela: ¡hola!, habla Chiche, ¿Fede?, ¿cómo estás?
Y puede pasar...mi tía abuela es un poco sorda y tal vez no me escuchó...o realmente estoy cambiando la voz...para mal...
Por las dudas la próxima atiendo con la voz de rambo.
miércoles, 21 de mayo de 2008
La sala desespera
...y de repente, se imaginó en una sala de espera, sin turno, con una música monótona de fondo, junto a un ventilador que hacía mucho ruido, similar al de un ventilador ruidoso; unas sillas perfectamente amoldadas para verse horribles, todas vacías menos la ocupada por él, unas catorce personas de pie a su alrededor, vestidas de azul en distintos tonos con zapatillas blancas sin cordones, caminando de un lado para el otro; unas plantas de plástico bastante viejas, un trapo de piso en un rincón estratégico, dinero en efectivo haciendo, efectivamente, un efecto perfecto sin defectos; un cuadro irreprochablemente inentendible con pasajes de sabiduría interior incompleta, insuficiente e incierta, incendiándose intensamente; un perro con ojos de gato, un gato con orejas de burro (señalado por un coro de niños albinos que cantaban líricamente: “le vamos a poner”), un loro con un pico de loro en el pico y patas de perro, una ventana que daba a un pasillo lleno de humo de cigarrillo, un cartel de “prohibido pasar” para fantasmas colgado en la pared, unas botas de un concurso sin premio, un agujero de mal agüero, un paraguas de todos colores desteñido por una lluvia antipática, una sonrisa cercana al trapo de piso, un celular hablando por persona, un grito vacío lleno de esperanzas proveniente de una rejilla limpia, una alfombra verde en el techo con pisadas de botas dignas de ser premiadas, un juego de cartas sin terminar y sin participantes, un recipiente con agua y peces nadando en la misma dirección intentando salir, otros intentando entrar; un centro de mesa al costado, contra la pared en el horizonte; el sudeste todo sudado, un pequeño transporte, también transpirado, un cuchillo manchado con sangre de un asesino, un tenedor manchado con sangre de un paciente, un paciente manchado con sangre propia, un asesino manchado con sangre del tenedor, pero no tanta; el carnet de una obra social colgado de un alambre acalambrado, un teléfono que suena y hace “ring”, cubierto de aserrín desparramado en una esquina y en la otra un boxeador en forma; una bombilla de un mate, una bombilla de luz, para tomar mate, una lámpara sin bombilla para mate, un enchufe con una zapatilla (la del pie derecho), una fotocopiadora sin ideas originales, la mujer responsable de que un sable hable, una lente excelente observando lentejas, un revistero con un manual de caras para gente que cumple años, un catálogo de logos explicado con diálogos de astrólogos y enciclopedias que pedían que sean ordenadas en ciclos por pediatras diferentes, un cuatro preocupado por la manera de ser recordado, un ciclista con una lista lista para entregarle a su analista, una amenaza amena establecida por una boca imprudente, el recuerdo de un hombre cuerdo, una huelga de acelga bastante tranquila, una plancha acusada de fría e insensible, un nervio de una persona normal, un diplomático con pecas vestido impecablemente, una puerta al más allá cerrada con llave, un amor de estrellas, una locura chocante, un curioso leyendo esto escrito en una hoja reciclada, y dos relojes en la pared con horario similar que marchaban a paso lento, sin saber en cuál confiar...
Al rato fue al endocrinólogo y lo esperó durante treinta minutos.
Se aburrió un poco.
Al rato fue al endocrinólogo y lo esperó durante treinta minutos.
Se aburrió un poco.
martes, 13 de mayo de 2008
Magnífica vista de un pensamiento
Voy a ir al balcón, necesito un poco de aire. Ya estoy afuera. Ahora estoy viendo un hombre salir de un local. No alcanzo a ver de qué es el negocio pero sí puedo observar lo que está pensando. No se cómo hago, pero sigo viendo y muy atento. Está pensando en una mujer, se quién es, la conozco, aunque no sólo la imagina físicamente, sino que la piensa junto a su personalidad. Es más joven que él, como siempre. Sigue caminando derecho, llegó a la esquina. Sigue pensando en la mujer y va a cruzar la calle (eso no es muy conveniente me parece). Está esperando que pase un Clio rojo. Ya pasó, ahora cruza. Está pisando la primera línea blanca de la senda peatonal sólo con la pierna izquierda. Ahora con la derecha pisa bien la segunda, tambalea un poco, pisa la tercera con la izquierda, dio un salto, pisó la cuarta, de vuelta con la izquierda, va a hacer la quinta con la derecha. Perdió el equilibrio, se está riendo. Ahora mira para los costados disimuladamente para ver si alguien lo ve reírse. Sólo una señora. No está pensando más en la mujer de antes. Ahora piensa en si conoce a la señora. Se dio cuenta que no y sigue derecho. Está pasando por una casa que tiene mucho reflejo en el vidrio. Mira de reojo y se acomoda el pelo. El viento se lo volvió a desacomodar, pero no se dio cuenta. Metió la mano en el bolsillo de atrás. Está por sacar un billete de dos pesos. No, es de cinco. No piensa en eso porque eso lo pensé yo. Se lo pone en el bolsillo de adelante sin hacer tanto alboroto.
Entró a un locutorio, saludó al encargado y preguntó por una cabina. No puedo ver a cual lo mandó, pero está marcando un número de larga distancia. Me parece que le dio ocupado. Cortó. Ahora marca de nuevo pero mirando un papel. No se de dónde lo sacó. Tiene el numero escrito en lápiz y no creo que sea su letra.
Ahora no contesta nadie. Frunció el seño. Supongo que porque antes le daba ocupado y ahora no contesta nadie. Sí, era por eso. Está marcando de vuelta. Se arrepintió. Salió de la cabina, saludó al encargado, quien no le devolvió el saludo. Estaba viendo algo en la computadora, no se qué miraba porque el monitor esta ubicado para el otro lado y no puedo ver los pensamientos del encargado.
Mira para los costados, está parado en una pierna, mientras, con la otra, simula giros de tango realizados por una mujer, pero bastante masculinos. Sigue con la misma dirección que iba antes. Está pensando en una hamburguesa con lechuga y tomate. Creo que tiene hambre. No puedo ver sus sensaciones, sólo los pensamientos. Pasó por al lado de un carrito que vende churros. Ahora se imagina una hamburguesa con lechuga, tomate y churros. Sacó la lengua.
Apura el paso, está pensando en qué hora es, me asombra con la claridad que lo estoy viendo. Va a cruzar de vuelta, esta vez hay semáforo y mueve la mano señalando la posición de la luz roja. No entiendo que quiere hacer. Se puso en rojo y ahora cruza. Pensó en saltar las líneas blancas de vuelta, pero se acordó tarde y ya va por la tercera. Sube el escalón y sigue su camino. Pasa por en frente de un hotel. No ve a nadie conocido. Está pensando en que tiene ganas de irse a Europa. Sigue caminando y ahora se imagina en París, en un bar al aire libre. El día está despejado, el clima es seco y agradable. Se imagina con ella. La mesa es para dos y las sillas están enfrentadas. Discuten un poco con gracia por quién se sienta de espaldas a la Torre Eiffel que está cerca del lugar y a la vista. Sin el permiso del mozo, él corre la silla y se sienta al lado de ella. Lo veo clarito. Se abrazan un poco y le da un beso cariñoso en el cachete. La mira a los ojos y se acerca a ella. Le habla rozando sus labios. Agarra una bolsa que parece tener muchos objetos. Le da un sobre vacío y comienza a sacar las cosas. Le da una vista panorámica de un sueño cumplido, luego un cuadro para seguir y seguir pintando con temperas de varios colores, una llave de luz que enciende y apaga la realidad, un abrazo que sirve para invierno y verano, una almohada incómoda para que se apoye en su hombro, una solución indescifrable para problemas simples, una soga con un nudo muy difícil de desatar aunque fácil a la vez, una foto suya (su preferida) en una mesa junto a su creatividad, su imaginación, el miedo (bastante borroso) y su sinceridad (muy sonriente). Además le da un manual con explicaciones sobre cómo es él, pero en blanco, y un libro con cuentos sobre su ideología y manera de pensar, bastante claro por cierto. Solamente le queda por sacar de la bolsa un sobrecito de azúcar. Llegó a la otra esquina y dejó de pensar en París, pero cree y sabe que le puede dar todo eso. Sabe que le puede hacer bien. Aunque también sabe que ella no se da cuenta. Y sigue caminando. Ya me cuesta un poco verlo. No por la distancia, es que hay mucha gente. Entró en calor, al menos eso está pensando ahora, pero no tiene más que una remera puesta. Empieza a caminar más lento, ahora no tanto, ahora sí.
Pasa por un parque y piensa en hamacas. Quiere hamacarse. No hay hamacas. Se lamenta. Mira el cielo, se está despejando. No se detiene. Pasa por la casa de una amiga, creo que va tocar timbre porque se quedó parado. No, se está atando los cordones, aunque piensa en la amiga. Retoma el camino. Ahora no hay tanta gente, sin embargo casi no lo veo, dobló por una calle que me dificulta la visión porque no la conozco mucho.
Sigue caminando y ahora sí ya se me complica verlo. Cada vez se aleja más y se hace borroso. Ya es una figura difícil de reconocer, no veo por donde va ni cuánta gente hay, pero sí puedo ver lo que piensa, está pensando en ella de vuelta. Ya fue suficiente aire, abro la ventana del balcón y me voy adentro con un sobrecito de azúcar en la mano sin saber de dónde lo saqué.
Entró a un locutorio, saludó al encargado y preguntó por una cabina. No puedo ver a cual lo mandó, pero está marcando un número de larga distancia. Me parece que le dio ocupado. Cortó. Ahora marca de nuevo pero mirando un papel. No se de dónde lo sacó. Tiene el numero escrito en lápiz y no creo que sea su letra.
Ahora no contesta nadie. Frunció el seño. Supongo que porque antes le daba ocupado y ahora no contesta nadie. Sí, era por eso. Está marcando de vuelta. Se arrepintió. Salió de la cabina, saludó al encargado, quien no le devolvió el saludo. Estaba viendo algo en la computadora, no se qué miraba porque el monitor esta ubicado para el otro lado y no puedo ver los pensamientos del encargado.
Mira para los costados, está parado en una pierna, mientras, con la otra, simula giros de tango realizados por una mujer, pero bastante masculinos. Sigue con la misma dirección que iba antes. Está pensando en una hamburguesa con lechuga y tomate. Creo que tiene hambre. No puedo ver sus sensaciones, sólo los pensamientos. Pasó por al lado de un carrito que vende churros. Ahora se imagina una hamburguesa con lechuga, tomate y churros. Sacó la lengua.
Apura el paso, está pensando en qué hora es, me asombra con la claridad que lo estoy viendo. Va a cruzar de vuelta, esta vez hay semáforo y mueve la mano señalando la posición de la luz roja. No entiendo que quiere hacer. Se puso en rojo y ahora cruza. Pensó en saltar las líneas blancas de vuelta, pero se acordó tarde y ya va por la tercera. Sube el escalón y sigue su camino. Pasa por en frente de un hotel. No ve a nadie conocido. Está pensando en que tiene ganas de irse a Europa. Sigue caminando y ahora se imagina en París, en un bar al aire libre. El día está despejado, el clima es seco y agradable. Se imagina con ella. La mesa es para dos y las sillas están enfrentadas. Discuten un poco con gracia por quién se sienta de espaldas a la Torre Eiffel que está cerca del lugar y a la vista. Sin el permiso del mozo, él corre la silla y se sienta al lado de ella. Lo veo clarito. Se abrazan un poco y le da un beso cariñoso en el cachete. La mira a los ojos y se acerca a ella. Le habla rozando sus labios. Agarra una bolsa que parece tener muchos objetos. Le da un sobre vacío y comienza a sacar las cosas. Le da una vista panorámica de un sueño cumplido, luego un cuadro para seguir y seguir pintando con temperas de varios colores, una llave de luz que enciende y apaga la realidad, un abrazo que sirve para invierno y verano, una almohada incómoda para que se apoye en su hombro, una solución indescifrable para problemas simples, una soga con un nudo muy difícil de desatar aunque fácil a la vez, una foto suya (su preferida) en una mesa junto a su creatividad, su imaginación, el miedo (bastante borroso) y su sinceridad (muy sonriente). Además le da un manual con explicaciones sobre cómo es él, pero en blanco, y un libro con cuentos sobre su ideología y manera de pensar, bastante claro por cierto. Solamente le queda por sacar de la bolsa un sobrecito de azúcar. Llegó a la otra esquina y dejó de pensar en París, pero cree y sabe que le puede dar todo eso. Sabe que le puede hacer bien. Aunque también sabe que ella no se da cuenta. Y sigue caminando. Ya me cuesta un poco verlo. No por la distancia, es que hay mucha gente. Entró en calor, al menos eso está pensando ahora, pero no tiene más que una remera puesta. Empieza a caminar más lento, ahora no tanto, ahora sí.
Pasa por un parque y piensa en hamacas. Quiere hamacarse. No hay hamacas. Se lamenta. Mira el cielo, se está despejando. No se detiene. Pasa por la casa de una amiga, creo que va tocar timbre porque se quedó parado. No, se está atando los cordones, aunque piensa en la amiga. Retoma el camino. Ahora no hay tanta gente, sin embargo casi no lo veo, dobló por una calle que me dificulta la visión porque no la conozco mucho.
Sigue caminando y ahora sí ya se me complica verlo. Cada vez se aleja más y se hace borroso. Ya es una figura difícil de reconocer, no veo por donde va ni cuánta gente hay, pero sí puedo ver lo que piensa, está pensando en ella de vuelta. Ya fue suficiente aire, abro la ventana del balcón y me voy adentro con un sobrecito de azúcar en la mano sin saber de dónde lo saqué.
sábado, 10 de mayo de 2008
La escapatoria
Un hombre, de esos que se creen rinocerontes, advirtió que lo estaban siguiendo.
Muy astuto, decidió apurar el paso y caminar por calles con nombres de provincias, sólo para despistar a su perseguidor.
Al llegar a una esquina miró para ambos lados, se dejó crecer la barba y compró una revista de interés general.
Preocupado, siguió apurado. No quería mirar para atrás, sentía que no le perdían pisada.
En el intento por dejarlo lejos, tropezó con una taza de café casi vacía. Al instante supo que era una pista...pero no la entendió. No contaba con el tiempo suficiente como para indagar a las personas que estaban por ahí cerca, y continuó su rumbo de escapatoria.
Llevaba la cuenta de los autos azules manejados por ingleses maleducados que lo pasaban por al lado, estaba seguro que en algún momento iba a necesitar un número preciso de algo.
Se miró las manos y notó que estaba perdiendo velocidad en sus largos pasos, por eso empezó a correr para atrás, mirando para adelante, levantando mucho las rodillas, con las manos en los bolsillos. Sabía que era imposible, pero también sabía que era la única manera de perder de vista a lo que lo estaba persiguiendo.....
Y ahí se dio cuenta...en ningún momento le había visto la cara...no sabía qué era lo que lo seguía...Frenó sus piernas y reaccionó...y entre sábanas destendidas, se despertó.
Este hombre era vivo, como todos los que se creen rinocerontes...
Muy astuto, decidió apurar el paso y caminar por calles con nombres de provincias, sólo para despistar a su perseguidor.
Al llegar a una esquina miró para ambos lados, se dejó crecer la barba y compró una revista de interés general.
Preocupado, siguió apurado. No quería mirar para atrás, sentía que no le perdían pisada.
En el intento por dejarlo lejos, tropezó con una taza de café casi vacía. Al instante supo que era una pista...pero no la entendió. No contaba con el tiempo suficiente como para indagar a las personas que estaban por ahí cerca, y continuó su rumbo de escapatoria.
Llevaba la cuenta de los autos azules manejados por ingleses maleducados que lo pasaban por al lado, estaba seguro que en algún momento iba a necesitar un número preciso de algo.
Se miró las manos y notó que estaba perdiendo velocidad en sus largos pasos, por eso empezó a correr para atrás, mirando para adelante, levantando mucho las rodillas, con las manos en los bolsillos. Sabía que era imposible, pero también sabía que era la única manera de perder de vista a lo que lo estaba persiguiendo.....
Y ahí se dio cuenta...en ningún momento le había visto la cara...no sabía qué era lo que lo seguía...Frenó sus piernas y reaccionó...y entre sábanas destendidas, se despertó.
Este hombre era vivo, como todos los que se creen rinocerontes...
miércoles, 7 de mayo de 2008
El almacén de Julio
- Hola, qué tal. Vengo a comprar una bolsa de reacciones para cualquier tipo de situaciones.
- Ajá, ¿algo mas?
- Eeeeh no, creería que no.
- ¿No? Mire, tengo una caja de estornudos recién llegada de Polonia, dicen que es muy efecitva.
- ¿Ah si? ¿pero funciona?
- ¡Y cómo! Es directo, no tiene tiempo de espera, y puede elegir combinaciones de a uno, de a dos y de hasta tres seguidos.
- Bueno, deme dos cajas entonces.
- Si quiere también tengo temas de conversación en cubitos, son muy prácticos y le aguantan una semana en el freezer.
- Esteeee, está bien, dele nomás.
- ¡Ah! tengo otra cosa que le puede interesar. Excusas inflables. Pero son esas que se inflan fácil eh...
- ¿Puedo probar una?
- ...Bueno, sí.
- A ver, invíteme a algún lado.
- ¿Querés ir a tomar un helado el martes?
- El martes...no, no puedo, tengo reunión de consorcio.
- ¿Y? ¿qué le parece?
- Me gusta, muy cómoda, deme siete.
- Buena elección. Le puedo ofrecer relfexiones en polvo también. Dos cucharadas en un vaso de agua y se revuelve durante un minuto en sentido antihorario.
- Vale, deme dos frascos.
- ¿Decisión untable? ¿le hace falta?
- Mmmmm... ¿decisión? noooo...de decisión creo que ando bien.
- ¿Seguro? no lo noto decidido...
- Es cierto, deme dos paquetes.
- También tengo consejos económicos. Naranja o lima limón.
- Deme de naranja, y con eso ya estamos...
- Bueno, bárbaro, en total serían...$22,50.
- Listo, aquí tiene, ¡Hasta luego!
- ¡Espere! tome, verdades masticables con gusto a menta de regalo.
- ¡Muchas gracias Julio! Hasta la semana que viene.
lunes, 5 de mayo de 2008
Licuadora
Su nombre fue Tiburcio y será carpintero. Tuvo 45 años y jugará con sus dos hijos. Trabajó además en una inmobiliaria y será despedido cuando el personal notará que hizo una cama para el gerente. Es de madera. Explicó el malentendido y no le creerán. Lo denuncian. Huyó con su auto que comprará en un negocio que estuvo en manos de su mejor amigo Demetrio. Se casó y amará a Yolanda. A los 2 años tendrá a su primer hijo y luego tuvo el otro. Uno se llamó Gabriel y el otro se llamará Huguito, siempre en diminutivo está.
Los fines de semana por las noches hizo un asado que le saldrá rico. La familia comió gustosa. Lo felicitarán y lo aplaudieron al asador.
Compitió una vez en un concurso. Sale segundo. Perderá con su mejor amigo. Con el dinero del primer puesto puso un negocio de autos y tendrá mucho éxito. Su primera venta es para Tiburcio y el auto le resultó bueno. No le ocasionará ningún gasto extra.
Usó ese auto para escaparse de la denuncia que le harán. Era de color negro. Lo pintó de blanco. Quedará mal.
Comenzó una nueva vida en otra ciudad. Le irá mejor. Es carpintero y puso un local bastante grande. La plata sería del segundo puesto que ganará en un concurso que pierde con su mejor amigo. Mantuvieron la gran amistad luego del concurso. Le vendió un auto más barato que utilizó para escapar.
Los hijos trabajarán un tiempo con su padre y lo hicieron muy bien. Abrirán dos locales más, uno para cada uno. Al de Gabriel le hicieron una ampliación. A Huguito le habría ido peor y vendió una parte. Queda más pequeño. Su padre lo aconsejó y el hijo lo escucha.
El auto blanco se vendió y compraría uno nuevo. Este será de color negro y fue gasolero.
Su mujer también lo amará y cumplen 25 años de casados. Festejó las bodas de plata y quedarán contentos, sobre todo sus hijos. Le regalan un viaje. Un crucero. Les gustó, la pasarán muy bien.
Conoce a un hombre que venderá casas en la ciudad. Se llamó Demetrio. Es gerente. Se hacen amigos y lo contrató. Trabajaría para la inmobiliaria y lo hace bien. En un concurso participarán los dos. Ganó el gerente y pondría una concesionaria de autos usados. Le vendió un auto barato a su amigo. Tiburcio le regala una cama para su cumpleaños. El resto del personal lo creerá trampa.
Tiburcio debió escapar a una nueva ciudad. Le irá mejor. Sería carpintero.
Los fines de semana por las noches hizo un asado que le saldrá rico. La familia comió gustosa. Lo felicitarán y lo aplaudieron al asador.
Compitió una vez en un concurso. Sale segundo. Perderá con su mejor amigo. Con el dinero del primer puesto puso un negocio de autos y tendrá mucho éxito. Su primera venta es para Tiburcio y el auto le resultó bueno. No le ocasionará ningún gasto extra.
Usó ese auto para escaparse de la denuncia que le harán. Era de color negro. Lo pintó de blanco. Quedará mal.
Comenzó una nueva vida en otra ciudad. Le irá mejor. Es carpintero y puso un local bastante grande. La plata sería del segundo puesto que ganará en un concurso que pierde con su mejor amigo. Mantuvieron la gran amistad luego del concurso. Le vendió un auto más barato que utilizó para escapar.
Los hijos trabajarán un tiempo con su padre y lo hicieron muy bien. Abrirán dos locales más, uno para cada uno. Al de Gabriel le hicieron una ampliación. A Huguito le habría ido peor y vendió una parte. Queda más pequeño. Su padre lo aconsejó y el hijo lo escucha.
El auto blanco se vendió y compraría uno nuevo. Este será de color negro y fue gasolero.
Su mujer también lo amará y cumplen 25 años de casados. Festejó las bodas de plata y quedarán contentos, sobre todo sus hijos. Le regalan un viaje. Un crucero. Les gustó, la pasarán muy bien.
Conoce a un hombre que venderá casas en la ciudad. Se llamó Demetrio. Es gerente. Se hacen amigos y lo contrató. Trabajaría para la inmobiliaria y lo hace bien. En un concurso participarán los dos. Ganó el gerente y pondría una concesionaria de autos usados. Le vendió un auto barato a su amigo. Tiburcio le regala una cama para su cumpleaños. El resto del personal lo creerá trampa.
Tiburcio debió escapar a una nueva ciudad. Le irá mejor. Sería carpintero.
viernes, 2 de mayo de 2008
Caracteres
Aguanto la respiración 450 caracteres
Puedo correr durante 300 caracteres seguidos sin parar
Se contar hasta 5000 caracteres de atrás para adelante
Digo caracteres cerca de 67 veces por día, sin contar este caracter
Uso caracteres para comer asado
El sandwich de caracter con mayonesa es más rico que con ketchup
Riego las plantas con caracteres
Cuando tengo que ayunar, pienso en caracteres al horno
Tengo 40 pesos con 25 caracteres en la billetera
Me divierte mirar cuando llueve, en especial la caída de caracteres
Cuando juego a la escondida, cuento hasta 100 caracteres
En una bolsa tiro la basura y en otra diferente junto caracteres
Este año tengo una graduación de caracteres
En la foto de mi msn tengo un caracter sonriendo de espalda
Cuando pedimos pizza especial, le saco las aceitunas, pero le dejo los caracteres
Mi msn no es caracteres@hotmail.com, el que quiere me lo pide, no adivine, tiene muchos caracteres
Cuando estoy perdido en la ciudad saco mi mapa de caracteres de bolsillo y me ubico rápidamente
También el mapa de caracteres sirve para el mar, no tanto para lagunas
Respire con tranquilidad, hay muchos caracteres dando vuelta
Por favor, no tire caracteres al piso
Cuando me sorprendo por algo suelo gritar ¡Caracteres!
Si bebió, no caracterice
Son las 5 de la tarde, hora de tomar caracter con leche
Cuando escucho una canción me gusta principalmente el ruido de los caracteres
Es muy difícil que me enoje, a lo sumo una o dos veces por año me sacan de los caracteres
Cuando juego al TEG me gusta conquistar Oceanía, y siempre pongo muchos caracteres
Si se corta la luz me iluminan los caracteres
En el mismo bolsillo que llevo las llaves tengo dos o tres caracteres, por las dudas que no pueda abrir una oración
El invierno es agradable para caminar por donde da el sol, necesito sólo un caracter para abrigarme
No me gusta ir a pescar, pero si no me queda otra, voy a pescar caracteres
Me acuesto en el pasto para encontrar forma de caracteres en las nubes
A la mañana saco a pasear a mi perra y a la tarde a los caracteres
Cuando no se que ver por la televisión a lo sumo hago uno o dos caracteres para ver si encuentro algo entretenido
Me molesta la gente con errores de caracteres
El otro día aproveché y fui a pagar la luz, el gas, el agua y los caracteres, maté varios pájaros de un tiro
No hay nada como la ensalada de lechuga y caracteres con milanesas
La característica de los caracteres es que tienen mucho carácter
Puedo correr durante 300 caracteres seguidos sin parar
Se contar hasta 5000 caracteres de atrás para adelante
Digo caracteres cerca de 67 veces por día, sin contar este caracter
Uso caracteres para comer asado
El sandwich de caracter con mayonesa es más rico que con ketchup
Riego las plantas con caracteres
Cuando tengo que ayunar, pienso en caracteres al horno
Tengo 40 pesos con 25 caracteres en la billetera
Me divierte mirar cuando llueve, en especial la caída de caracteres
Cuando juego a la escondida, cuento hasta 100 caracteres
En una bolsa tiro la basura y en otra diferente junto caracteres
Este año tengo una graduación de caracteres
En la foto de mi msn tengo un caracter sonriendo de espalda
Cuando pedimos pizza especial, le saco las aceitunas, pero le dejo los caracteres
Mi msn no es caracteres@hotmail.com, el que quiere me lo pide, no adivine, tiene muchos caracteres
Cuando estoy perdido en la ciudad saco mi mapa de caracteres de bolsillo y me ubico rápidamente
También el mapa de caracteres sirve para el mar, no tanto para lagunas
Respire con tranquilidad, hay muchos caracteres dando vuelta
Por favor, no tire caracteres al piso
Cuando me sorprendo por algo suelo gritar ¡Caracteres!
Si bebió, no caracterice
Son las 5 de la tarde, hora de tomar caracter con leche
Cuando escucho una canción me gusta principalmente el ruido de los caracteres
Es muy difícil que me enoje, a lo sumo una o dos veces por año me sacan de los caracteres
Cuando juego al TEG me gusta conquistar Oceanía, y siempre pongo muchos caracteres
Si se corta la luz me iluminan los caracteres
En el mismo bolsillo que llevo las llaves tengo dos o tres caracteres, por las dudas que no pueda abrir una oración
El invierno es agradable para caminar por donde da el sol, necesito sólo un caracter para abrigarme
No me gusta ir a pescar, pero si no me queda otra, voy a pescar caracteres
Me acuesto en el pasto para encontrar forma de caracteres en las nubes
A la mañana saco a pasear a mi perra y a la tarde a los caracteres
Cuando no se que ver por la televisión a lo sumo hago uno o dos caracteres para ver si encuentro algo entretenido
Me molesta la gente con errores de caracteres
El otro día aproveché y fui a pagar la luz, el gas, el agua y los caracteres, maté varios pájaros de un tiro
No hay nada como la ensalada de lechuga y caracteres con milanesas
La característica de los caracteres es que tienen mucho carácter
domingo, 27 de abril de 2008
Chocolate versus chocolate
Para darnos cuenta si una galletita no está de acuerdo con las del resto del paquete sólo debemos observar si ésta se encuentra dada vuelta, es decir, en una posición diferente a las demás –Vale aclarar que nos referimos a galletitas con relleno. Las simples son brutalmente torpes-. No entraremos en detalles de la rivalidad existente entre las de distintos sabores, sino, más alarmante aún, entre las de un mismo origen. Para tranquilidad de los consumidores pacíficos es importante remarcar que su sabor sigue siendo el mismo (en el fondo, son sólo galletitas) y no es muy común encontrarlas, ya que ellas siempre intentan permanecer en el producto con las que mejor relación tienen entre sí. Catastróficamente a veces eso no sucede. Y alguno puede preguntar, ¿en qué cosas pueden estar en desacuerdo unas galletitas? ¡Pues en miles de temas! Vamos desde la idealización del uso de la letra imprenta, pasamos por la duda de si existe un pensamiento por la mitad o no, cuántos rechazos de la misma mujer debe soportar un hombre, los poderes curativos del té verde, hasta el precio del kilo de alcaucil en primavera. Hay tantas cosas por las que pueden discutir que una sola persona no podría enumerar todas, sería casi tan difícil como pedirle a alguien que escriba un diccionario por su cuenta.
Me hubiera gustado estar presente en el armado del primer diccionario de la historia, me hubiera gustado escuchar las discusiones por si incluían escarabajuelo o no.
Le voy a dar un final abierto a esto...
...continuará...
Me hubiera gustado estar presente en el armado del primer diccionario de la historia, me hubiera gustado escuchar las discusiones por si incluían escarabajuelo o no.
Le voy a dar un final abierto a esto...
...continuará...
lunes, 21 de abril de 2008
*444
recuerde que con la nueva tarjeta de 30 pesos de movistar,
obtiene 9 pesos de regalo a acreditarse con la tarjeta
si desea consultar su saldo...marque...... 1
si desea recargar su...
1
recuerde que dispone de 5 consultas bonificadas por mes,
cada consulta adicional tendrá un costo de 5 centavos final
obtiene 9 pesos de regalo a acreditarse con la tarjeta
si desea consultar su saldo...marque...... 1
si desea recargar su...
1
recuerde que dispone de 5 consultas bonificadas por mes,
cada consulta adicional tendrá un costo de 5 centavos final
su saldo actual es de
39
pesos
y
4
centavos
para obtener una información detallada de los saldos que dispone
marque.......1
1
su saldo de recargas es de:
un
centavo
y vence el
24
de
noviembre
de
2007
el saldo de su bolsa de cuotas es de
39
pesos
y
3
centavos
y vence el
22
de
mayo
de
2008
gracias por utilizar este servicio de movistar.
PD: maldito centavo
miércoles, 16 de abril de 2008
19 pasos a seguir (más un opcional) para el Chin Chin Ma Merri
Letra de la canción:
Chin chin ma meeeeerri
Ai uan chu seeeeerri
Chin chin ma me rí sí
Ai uan chu se rí sí
Chú sí
Integrantes: Dos
Modo de juego:
1- Preparación: el primero (en este caso, usted) coloca las manos con la palma hacia abajo, como si estuviera agarrando el manubrio de una bicicleta invisible. El segundo hace lo mismo, pero con las palmas hacia arriba, tomando al primero, formando una unión entre ambas manos. (Si practica esto con la persona que lo atrae, puede quedarse tomado de la mano, realizar una mirada cómplice y tomar otro camino)
Principio de la canción a elección: yendo de arriba hacia abajo dos veces con movimientos secos, o en su defecto, moviendo las manos a un lado y luego hacia el otro, siguiendo el ritmo del tema, con la siguiente letra:
CHIN CHIN
2- Luego, aplaudir de forma inmediata, cantando la sílaba: MÁ
3- Más rápido que antes, finalizado el aplauso, impactar su mano derecha con la mano derecha del otro participante. Enseguida, aplaudir otra vez nosotros, e intercambiar los golpes (si antes hicimos el golpe con la derecha, ahora hacemos lo mismo, pero con la izquierda), cantando la siguiente parte de la canción:
MEEERRI
Nota: ver que la extensión de letras e, debe ser tenida en cuenta para que sea justa con el tiempo en que hacemos los golpes cruzados.
4- Apenas finalizada la sílaba “rí” (aclaración: de la palabra meeeerri), aplaudir dos veces rítmicamente, sin cantar, dejando que el silencio de las palmas haga su parte.
5- Pasar al fragmento en el que en un juego simultáneo, golpeamos la parte inversa a las palmas, es decir, la de los nudillos (siempre extendida, claro), con la punta de los dedos hacia abajo, con el compañero de enfrente, en un aplauso compartido al revés y luego girar las manos, para esta vez impactar con las palmas de la mano, con la siguiente parte de la canción:
AI UÁN
Nota: para un mejor entendimiento, se recomienda que en el primer impacto, se cante el AI, y en el segundo, el UÁN
6- Nuevamente, transcurrido ese acto compartido, golpear nuestras palmas en un nuevo aplauso propio, con la siguiente parte de la canción:
CHU
7- Repetir el paso 2, cantando la parte de la canción que dice: SEEEEERRI
Nota: tener en cuenta la nota del paso 2
8- Rehacer el paso 4, nuevamente, sin cantar.
9- Realizar el paso 5, cantando la parte de la canción que dice: CHIN CHIN
Nota: nuevamente guiarse por los golpes y la letra, primero chin, luego el otro chin.
10- Hacer otra vez el aplauso propio, cantando la parte de la canción que dice: MA
Nota: debe resaltarse esa parte, ya que por lo general resalta en el tema y guía hacia el final
11- Finalizado el paso 10, dirigirnos inmediatamente con nuestra palma derecha hacia la del compañero, impactando cuando cantamos la parte de la canción que dice: ME
12- Volver a nosotros y aplaudir una vez más, cantando la parte de la canción que dice:
RÍ
Nota: si ha llegado hasta aquí entendiendo todo es usted muy hábil.
13- Golpear nuestra palma izquierda con la misma de la persona dispuesta en frente, cantando la parte de la canción que dice: SÍ
14- Ejecutar los pasos 5 y 6 idénticamente.
Nota: si recuerda los pasos 5 y 6 sin mirarlos nuevamente, debe saber que tiene una memoria prodigiosa.
15- Tocar nuevamente nuestra palma derecha, con la palma derecha de nuestro amigo, mientras recitamos la sílaba: SÉ
16- Aplaudir nuevamente nosotros (y prometo que es la última), mientras decimos: RÍ
17- Pasar fugazmente e intercambiar el golpe, en este caso con las palmas izquierdas, cantando: SÍ
Nota: alégrese que falta poco.
18- Separar el paso 5 en dos, y golpear nuestras manos, la parte de los nudillos, con la parte de la canción que dice: CHÚ
19- Aquí finaliza la canción, esta vez, con la continuación del paso 5, impactando nuestras palmas, cantando la parte de la canción que dice: SÍ
Opcional:
20- Teniendo en cuenta la cantidad de aplausos durante el juego, usted puede festejar la finalización de esta tarea lúdica, con o sin aplausos. Mi recomendación es: aplauda, aplauda lo más que pueda que lo ha logrado.
Fin del juego. Caras felices.
PD: o no.
Chin chin ma meeeeerri
Ai uan chu seeeeerri
Chin chin ma me rí sí
Ai uan chu se rí sí
Chú sí
Integrantes: Dos
Modo de juego:
1- Preparación: el primero (en este caso, usted) coloca las manos con la palma hacia abajo, como si estuviera agarrando el manubrio de una bicicleta invisible. El segundo hace lo mismo, pero con las palmas hacia arriba, tomando al primero, formando una unión entre ambas manos. (Si practica esto con la persona que lo atrae, puede quedarse tomado de la mano, realizar una mirada cómplice y tomar otro camino)
Principio de la canción a elección: yendo de arriba hacia abajo dos veces con movimientos secos, o en su defecto, moviendo las manos a un lado y luego hacia el otro, siguiendo el ritmo del tema, con la siguiente letra:
CHIN CHIN
2- Luego, aplaudir de forma inmediata, cantando la sílaba: MÁ
3- Más rápido que antes, finalizado el aplauso, impactar su mano derecha con la mano derecha del otro participante. Enseguida, aplaudir otra vez nosotros, e intercambiar los golpes (si antes hicimos el golpe con la derecha, ahora hacemos lo mismo, pero con la izquierda), cantando la siguiente parte de la canción:
MEEERRI
Nota: ver que la extensión de letras e, debe ser tenida en cuenta para que sea justa con el tiempo en que hacemos los golpes cruzados.
4- Apenas finalizada la sílaba “rí” (aclaración: de la palabra meeeerri), aplaudir dos veces rítmicamente, sin cantar, dejando que el silencio de las palmas haga su parte.
5- Pasar al fragmento en el que en un juego simultáneo, golpeamos la parte inversa a las palmas, es decir, la de los nudillos (siempre extendida, claro), con la punta de los dedos hacia abajo, con el compañero de enfrente, en un aplauso compartido al revés y luego girar las manos, para esta vez impactar con las palmas de la mano, con la siguiente parte de la canción:
AI UÁN
Nota: para un mejor entendimiento, se recomienda que en el primer impacto, se cante el AI, y en el segundo, el UÁN
6- Nuevamente, transcurrido ese acto compartido, golpear nuestras palmas en un nuevo aplauso propio, con la siguiente parte de la canción:
CHU
7- Repetir el paso 2, cantando la parte de la canción que dice: SEEEEERRI
Nota: tener en cuenta la nota del paso 2
8- Rehacer el paso 4, nuevamente, sin cantar.
9- Realizar el paso 5, cantando la parte de la canción que dice: CHIN CHIN
Nota: nuevamente guiarse por los golpes y la letra, primero chin, luego el otro chin.
10- Hacer otra vez el aplauso propio, cantando la parte de la canción que dice: MA
Nota: debe resaltarse esa parte, ya que por lo general resalta en el tema y guía hacia el final
11- Finalizado el paso 10, dirigirnos inmediatamente con nuestra palma derecha hacia la del compañero, impactando cuando cantamos la parte de la canción que dice: ME
12- Volver a nosotros y aplaudir una vez más, cantando la parte de la canción que dice:
RÍ
Nota: si ha llegado hasta aquí entendiendo todo es usted muy hábil.
13- Golpear nuestra palma izquierda con la misma de la persona dispuesta en frente, cantando la parte de la canción que dice: SÍ
14- Ejecutar los pasos 5 y 6 idénticamente.
Nota: si recuerda los pasos 5 y 6 sin mirarlos nuevamente, debe saber que tiene una memoria prodigiosa.
15- Tocar nuevamente nuestra palma derecha, con la palma derecha de nuestro amigo, mientras recitamos la sílaba: SÉ
16- Aplaudir nuevamente nosotros (y prometo que es la última), mientras decimos: RÍ
17- Pasar fugazmente e intercambiar el golpe, en este caso con las palmas izquierdas, cantando: SÍ
Nota: alégrese que falta poco.
18- Separar el paso 5 en dos, y golpear nuestras manos, la parte de los nudillos, con la parte de la canción que dice: CHÚ
19- Aquí finaliza la canción, esta vez, con la continuación del paso 5, impactando nuestras palmas, cantando la parte de la canción que dice: SÍ
Opcional:
20- Teniendo en cuenta la cantidad de aplausos durante el juego, usted puede festejar la finalización de esta tarea lúdica, con o sin aplausos. Mi recomendación es: aplauda, aplauda lo más que pueda que lo ha logrado.
Fin del juego. Caras felices.
PD: o no.
lunes, 14 de abril de 2008
Buscándole la vuelta a la manzana
Ayer iba caminando por la vereda, y antes de cruzar vi a un hombre que mientras manejaba, comía una manzana.
Una manzana. Me llamó la atención. ¿Necesariamente debía comer esa fruta en ese preciso instante? ¿Acaso una manzana puede ser tan irresistible para que pueda ser comida en cualquier lugar y momento? Otra cosa que me hizo pensar fue que, además, el hombre debe haber planeado la situación. Es común (aunque no sea correcto) observar a conductores fumando, hablando por teléfono o hasta con un chupetín. Alguien puede comprar un alfajor o un paquete de galletitas y tener casualmente en el auto, ¿pero tener una manzana? ¿Algunas personas naturistas guardan fruta en su guantera?
De haber sido el hombre cuidadoso y detallista, ¿la habría lavado previamente y la dejó en el vehículo? ¿El muchacho pensó: tengo que ir a tal lado, y voy a ir comiendo una manzana?¿Siempre lleva consigo una fruta? Si pretendía cambiar su dieta y comer algo saludable para la vida, ¿no es medio contradictorio que lo haga mientras arriesga la misma?
También especulé con que el hombre no tuvo tiempo de su merecido postre (igualmente eran las 5 de la tarde), pero retomo lo que dije antes, ¿tan irresistible es la manzana? Si hubiera sido un cucurucho con chocolate con nuez, capaz que lo entendía más.
Intenté ponerme en su lugar unas cuantas veces en diferentes cirscunstancias, sin encontrar explicación, seguramente porque la respuesta es tan simple como: El tipo disfrutaba su fruta y punto, y quien le busca la vuelta tratando de tropezar con una explicación que colme las expectativas y calme las dudas, soy yo nomás.
Sin embargo, esto no se termina acá, porque considero a ese acto una imprudencia, y quiero hacer un cartel de precaución en esa esquina y en todas las que pueda. Pienso alertar a los conductores, y cuando vean el cartel de: "Si come manzana, no maneje", sabrán que me puse en marcha.
Una manzana. Me llamó la atención. ¿Necesariamente debía comer esa fruta en ese preciso instante? ¿Acaso una manzana puede ser tan irresistible para que pueda ser comida en cualquier lugar y momento? Otra cosa que me hizo pensar fue que, además, el hombre debe haber planeado la situación. Es común (aunque no sea correcto) observar a conductores fumando, hablando por teléfono o hasta con un chupetín. Alguien puede comprar un alfajor o un paquete de galletitas y tener casualmente en el auto, ¿pero tener una manzana? ¿Algunas personas naturistas guardan fruta en su guantera?
De haber sido el hombre cuidadoso y detallista, ¿la habría lavado previamente y la dejó en el vehículo? ¿El muchacho pensó: tengo que ir a tal lado, y voy a ir comiendo una manzana?¿Siempre lleva consigo una fruta? Si pretendía cambiar su dieta y comer algo saludable para la vida, ¿no es medio contradictorio que lo haga mientras arriesga la misma?
También especulé con que el hombre no tuvo tiempo de su merecido postre (igualmente eran las 5 de la tarde), pero retomo lo que dije antes, ¿tan irresistible es la manzana? Si hubiera sido un cucurucho con chocolate con nuez, capaz que lo entendía más.
Intenté ponerme en su lugar unas cuantas veces en diferentes cirscunstancias, sin encontrar explicación, seguramente porque la respuesta es tan simple como: El tipo disfrutaba su fruta y punto, y quien le busca la vuelta tratando de tropezar con una explicación que colme las expectativas y calme las dudas, soy yo nomás.
Sin embargo, esto no se termina acá, porque considero a ese acto una imprudencia, y quiero hacer un cartel de precaución en esa esquina y en todas las que pueda. Pienso alertar a los conductores, y cuando vean el cartel de: "Si come manzana, no maneje", sabrán que me puse en marcha.
domingo, 13 de abril de 2008
Quién me cuenta...
...Una historia de terror que me asuste hasta donde yo diga y no sea de monstruos verdes. Que comience de manera trágica, planteando una situación desesperante y que no haya gente alrededor. Que sea misteriosa y mantenga intacto el suspenso, tanto como para que esté pendiente al mismo tiempo del relato y de si alguien abre la puerta de esta habitación bruscamente. Que en el momento del interrogante mayor se vuelva comedia, y lo que parecía ser una muerte segura pase a ser un chiste de una suegra y me haga reír, pero a carcajadas, tanto que me obligue a pedir por favor que me den un respiro así tomo aire, pero sin hacerme caso seguir agregando detalles graciosos que me desencajen de la risa, aumentando cada vez más el nivel utilizando varios recursos, tanto vocales como corporales, permitiéndose un despliegue por el cuarto y volver a resaltar el chiste inicial, el cual ya me lo había olvidado pero dada mi situación de carcajadas, me haga reír aún más y en ese momento sí, concederme un minuto, porque voy a morir asfixiado o ahogado por las lágrimas.
Retomar el relato y llevarlo a un ámbito un poco más sentimental, casi romántico, en donde el protagonista, quien ahora debe ser otra persona disfrazada intentando ser parecido al protagonista anterior, pero con peluca, intente conquistar a la mujer que ama, pero que no le corresponde. Enfatizar la parte de la peluca. Comentar detalladamente los intentos del joven para conquistar a su amada intercalados entre dramáticos y cómicos, contando dramáticamente los momentos graciosos y chistosamente los momentos trágicos. Luego llevar la historia a un drama en el lejano oeste, en un país de occidente, en el hemisferio oriental, bien al norte. Darle mucha importancia al vestuario pero sin describir el de los hombres hasta que yo pregunte qué ropa llevaban, y ahí sí, explicarlo, pero desinteresadamente. De a poco guiar la historia a un duelo entre nuestro protagonista, de quien no se debe saber el nombre bajo ningún punto de vista, utilizando varias formas diferentes para nombrarlo, y el malhechor del pueblo, que se debe llamar como el protagonista. Esa parte de la historia debe mantener el suspenso, pero a pasos agigantados que vuelva a ser una historia de terror, sin lluvia y de día, con mucho viento, sin árboles ni nada que vuele por el piso, para que no se noten las ráfagas.
En el duelo, que el protagonista no muera, pero que resulte herido en un brazo, producto de la bala de la pistola del maleante que se escapa con la bella dama que él amaba.
Que lo lleven a un hospital de alguna ciudad del futuro sin hacer mención del cambio de época, sin embargo me tiene que dejar dudando si lo del lejano oeste me lo imaginé yo, y con una mirada explicarme que es un viaje en el tiempo entre épocas mágicas, como la recuperación del protagonista, que sale en busca de la mujer. Esa parte debe ser contada de manera cómica, pero que no me haga reír tanto, usando muchas comparaciones y objetos directos en las oraciones, las cuales deben tener muchos verbos, en infinitivo.
Que de pronto recupere a su amada sin ahondar en detalles de cómo lo hizo, y hablar nuevamente de la peluca. Que caminen juntos de la mano por un camino de piedras y los siga un pájaro de cada color volando sobre sus cabezas. Contar una breve historia aparte sobre eso, que esté relacionado con algún hecho de mi infancia que me haga emocionar y me deje meditando. Retomar nuevamente el relato en el camino y que él lamente no tener la cámara de fotos, en varios idiomas, menos árabe.
Seguir la trama sin acontecimientos relevantes, pero manteniendo el suspenso por si algo sucede que cambie por completo la historia, pero que no ocurra, y cuando yo esté por demostrar cansancio por irrelevancias continuas, dar un salto (literalmente) y concretar el suspenso que se venía generando minutos antes.
Profundizar en detalles de vestuario y escenografía sin alejarse del relato principal, ir agregando chistes de a poco que me hagan sonreír y luego seguir con el suspenso, dejando de lado lo gracioso, y ahí sí, hablar nuevamente sobre la peluca en forma breve, utilizando palabras que tengan menos de seis letras, e ir buscando un final a elección. Puede ser trágico, dramático, misterioso, cómico, o simple, pero que sea abierto, para que tenga una segunda parte…y en dibujos animados.
Retomar el relato y llevarlo a un ámbito un poco más sentimental, casi romántico, en donde el protagonista, quien ahora debe ser otra persona disfrazada intentando ser parecido al protagonista anterior, pero con peluca, intente conquistar a la mujer que ama, pero que no le corresponde. Enfatizar la parte de la peluca. Comentar detalladamente los intentos del joven para conquistar a su amada intercalados entre dramáticos y cómicos, contando dramáticamente los momentos graciosos y chistosamente los momentos trágicos. Luego llevar la historia a un drama en el lejano oeste, en un país de occidente, en el hemisferio oriental, bien al norte. Darle mucha importancia al vestuario pero sin describir el de los hombres hasta que yo pregunte qué ropa llevaban, y ahí sí, explicarlo, pero desinteresadamente. De a poco guiar la historia a un duelo entre nuestro protagonista, de quien no se debe saber el nombre bajo ningún punto de vista, utilizando varias formas diferentes para nombrarlo, y el malhechor del pueblo, que se debe llamar como el protagonista. Esa parte de la historia debe mantener el suspenso, pero a pasos agigantados que vuelva a ser una historia de terror, sin lluvia y de día, con mucho viento, sin árboles ni nada que vuele por el piso, para que no se noten las ráfagas.
En el duelo, que el protagonista no muera, pero que resulte herido en un brazo, producto de la bala de la pistola del maleante que se escapa con la bella dama que él amaba.
Que lo lleven a un hospital de alguna ciudad del futuro sin hacer mención del cambio de época, sin embargo me tiene que dejar dudando si lo del lejano oeste me lo imaginé yo, y con una mirada explicarme que es un viaje en el tiempo entre épocas mágicas, como la recuperación del protagonista, que sale en busca de la mujer. Esa parte debe ser contada de manera cómica, pero que no me haga reír tanto, usando muchas comparaciones y objetos directos en las oraciones, las cuales deben tener muchos verbos, en infinitivo.
Que de pronto recupere a su amada sin ahondar en detalles de cómo lo hizo, y hablar nuevamente de la peluca. Que caminen juntos de la mano por un camino de piedras y los siga un pájaro de cada color volando sobre sus cabezas. Contar una breve historia aparte sobre eso, que esté relacionado con algún hecho de mi infancia que me haga emocionar y me deje meditando. Retomar nuevamente el relato en el camino y que él lamente no tener la cámara de fotos, en varios idiomas, menos árabe.
Seguir la trama sin acontecimientos relevantes, pero manteniendo el suspenso por si algo sucede que cambie por completo la historia, pero que no ocurra, y cuando yo esté por demostrar cansancio por irrelevancias continuas, dar un salto (literalmente) y concretar el suspenso que se venía generando minutos antes.
Profundizar en detalles de vestuario y escenografía sin alejarse del relato principal, ir agregando chistes de a poco que me hagan sonreír y luego seguir con el suspenso, dejando de lado lo gracioso, y ahí sí, hablar nuevamente sobre la peluca en forma breve, utilizando palabras que tengan menos de seis letras, e ir buscando un final a elección. Puede ser trágico, dramático, misterioso, cómico, o simple, pero que sea abierto, para que tenga una segunda parte…y en dibujos animados.
viernes, 11 de abril de 2008
La flor más fea de todas
El otro día me encontró recordando cosas que había imaginado del futuro y que hacía rato venía recreando en varios ambientes y estados de ánimo, y me dijo a los ojos, como ella sabe que me gusta que me digan las cosas:
- No.
Al instante supe que se estaba negando.
- ¿Estás segura?- Le contesté malvadamente aburrido tratando de sembrar una duda en su interior. Las condiciones estaban dadas debido a su estado húmedo, óptimo para germinar.
- Sí.- Me retrucó concreta.
Y las dudas no crecieron. Gracias a Dios, tienen una flor espantosa.
- No.
Al instante supe que se estaba negando.
- ¿Estás segura?- Le contesté malvadamente aburrido tratando de sembrar una duda en su interior. Las condiciones estaban dadas debido a su estado húmedo, óptimo para germinar.
- Sí.- Me retrucó concreta.
Y las dudas no crecieron. Gracias a Dios, tienen una flor espantosa.
jueves, 10 de abril de 2008
Una historia totalmente posible con pinceladas de verdaderas irrealidades
El día en el que el barco llegó a puerto boliviano los ciudadanos del bosque La Araucaria consideraron oportuno congregarse en algún punto en particular para celebrar La Fiesta de la Reunión, como todos los años bisiestos que no sean pares. Eligieron, tras varios días de sufragio, la Mansión de Sir Conde Don Espárrago, de la cual se sabía, tenía vida propia. Optaron por ese lugar porque a diferencia de los demás hogares con vida propia, a esa Mansión le gustaban, por sobre todas las cosas, las visitas, y debido a eso recibía a todos encantada. La organizadora del evento fue la Goma de Borrar. No muchos estaban de acuerdo con la resolución, ella era muy estricta y no soportaba errores.
De a poco fueron llegando ya que no muchos eran puntuales. El Huevo Zapata, el que siempre mete la pata, llegó para sorpresa de nadie, primero. Minutos más tarde, y quejándose del dolor de cabeza por la baja presión, llegó el Alfiler Jesús María.
Comenzaron a charlar amigablemente (su amistad de meses lo permitía) cuando escucharon un ruido sospechoso desde afuera. Curiosos como protagonistas de película de terror, fueron agazapados y preparados para lanzarse al malhechor.
-Tranquilos, soy Morrón- Aclaró el pimiento asomándose por la ventana y lo hicieron pasar. Lentamente fueron arribando a la gran cita todos los invitados, o sea, todos los habitantes de La Araucaria. Algunos llegaban cansados, y otros con muchas ganas de festejar.
-¡Miren que tengo una rosca bárbara eh!- Sostuvo con una gran sonrisa la Tapita de aquel amargo cuyano.
Los más amigos charlaban entre sí, y los que no lo eran tanto, también.
-Hola, ¿Cómo te llamás?- preguntó la Lechuga.
-Tomate- dijo vergonzoso.
El Vinagre, que miraba la conversación de cerca, supo que de ahí surgiría una linda amistad.
La mayoría estaba de buen humor. Hasta al Cordón Gómez se lo veía alegre. Normalmente estaba siempre preocupado por atar cabos sueltos y resolver casos misteriosos.
A quien se lo veía un poco intranquilo era a Calculadora Ramírez. Después de muchas dudas pudo tomar la decisión, y pese al enojo de su padre, comenzó la carrera de Abogacía. Charlaba sentado en un sillón con la Desprolijidad, que insistía:
-¿Estoy bien así?, ¿O me queda mejor el aspecto informal?
En cambio, la tecla Shift estaba reluciente. Ahora que se había puesto de moda el guión bajo no hacía otra cosa que mostrarse.
La mansión era muy grande y permitía que al mismo tiempo se estén realizando varias actividades y que nadie sepa qué se hacía en los salones o rincones del lugar.
La Trampa había sugerido jugar a la carrera de mente, pero nadie quería jugar con ella, parece que sabe bastante.
Hubo un grupo que decidió jugar al fútbol. Al Ancho de Basto lo mandaron al arco, como siempre. Por suerte para él, de grande sería un excelente arquero. El partido era de ida y vuelta, y a cada rato cambiaba el marcador.
-¡Gol!- gritó el equipo del Sindicato de Aceitunas.
- Uuuuyy. ¿Y ahora?- El Garbanzo Aurelio no entendía mucho de fútbol.
- ¿De qué cuadro sos?- le preguntó el Arroz Frito.
- De ese…de aquél de Picasso- contestó con dudas Aurelio.
Pero la realidad mostraba que estaba lleno de juegos por todos lados.
– ¡Quieto ahí!- Gritó el oficial Polenta. Claramente era mal perdedor cuando jugaba a la popa. No soportaba que nadie se le escape. Como la Ocurrencia ese día estaba lenta, decidió irse por las ramas, y no terminó el juego.
El Ajo y la Cebolla también se divertían, pero su desafío de lucha libre terminó mal. Cuando ellos se desafiaban ni el Azafrán podía calmar los ánimos. Un matrimonio de Pralinés tampoco pasaba un buen momento mientras competían en la canasta:
- Estás re deforme, parecés un pororó- dijo la Praliné hembra.
Otros preferían entretenerse de manera solitaria.
- Calláte que estoy más concentrado que el jugo de hoy al mediodía- dijo alterado el Imán de una pizzería, mientras jugaba al solitario.
Tampoco podía faltar la escondida. Varios se habían sumado a este popular juego, pero parecía que había inconvenientes.
-¡Dios mío!, ¿No sabés contar hasta diez?- Se alarmó el Pan Lactal sobre la ignorancia de la Bombilla. Mientras, sentado a un costado, el Llavero pensaba: las cosas no se pierden, sólo juegan a la escondida. Lo iba a decir en voz alta, pero justo fue pica salvatodos de la Esencia de Vainilla.
Claro que no todo el entretenimiento era lúdico. Había otros que charlaban sobre temas muy variados. Por ejemplo el Cable, que explicó que de la ciudad de la que era procedente se sabía, gracias a una estadística indiscutible, que los Cables de peor conducta eran pelados. La Jarra, por su parte, escuchaba atentamente mientras pensaba “qué cómoda es esta posición”.
Todas las conversaciones dejaban algo y mostraban alguna cualidad de los ciudadanos. A pesar de ser una Mandarina, pudo demostrar que era muy buena consejera en asuntos de inversiones en el ámbito cultural. La explicación de aquél cítrico dejó con la boca abierta a la Lata de Duraznos en Almíbar.
Algunos aprovechaban para contar historias o sueños actuales.
-Y caía por un pozo laaargo- Decía Alicia. Pero claro, Hugo el Destornillador no prestaba atención, opinaba que los sueños de Alicia se habían vuelto repetitivos últimamente.
Por su parte, el Diccionario Rigoberto, explicaba:
-Sí, Cotinga es un pájaro insectívoro, de pico grueso, boca grande y barbas carnosas que anida en los agujeros de los árboles-. Todos los presentes lo escuchaban atentamente, es que el Diccionario Rigoberto se las sabe todas.
-Algún día voy a estar en un diccionario y voy a significar algo- dijo un poco ilusionado Greastearsete. Todos lo miraron con ternura, y ninguno lo contradijo.
No todas las charlas eran alegres. A algunos les tocaba consolar o aconsejar.
-Estoy en otra, no se qué hacer- Decía el año 2005. Su baja autoestima incomodaba bastante a 2007.
Por otra parte, sin consuelo alguno, la Batata Lucrecia lloraba desconsoladamente y balbuceaba:
-Tengo cara de papa, lo sé.
En un momento de la tarde apareció el Repollo Ricardo haciendo una gran entrada. Era muy famoso en el bosque, pero su problema era que poca gente lo conocía y pasó inadvertido.
También, y a pesar de la confianza entre todos, había operativos de seguridad en la puerta. Era muy difícil que ingrese alguien armado, además no era necesario. El único capaz de poder burlar los registros y cacheos era el Azúcar, porque cuando andaba con armas la policía no se daba cuenta. Era prácticamente impalpable el Azúcar.
La jornada fue larga. Comenzó temprano y nadie se fue antes de tiempo. Es que estos vecinos siempre encontraban la manera de pasarla bien y no cansarse. Entre juegos, charlas, consejos, miradas, silencios y sobretodo, diversión, se pasó el día.
Luego, cuando creyeron que era hora de finalizar el evento, decidieron que se había hecho tarde (en La Araucaria al tiempo lo controlaban los mismos ciudadanos) y comenzaron a retirarse lenta, pero masivamente; el amplio camino de piedras grises y azules rojizos lo permitía. Se marcharon recordando las cosas que habían sucedido hacía no más de media hora; algunos gritaban, saltaban, reían, era todo felicidad. Hasta la Goma de Borrar estaba satisfecha por el resultado de la fiesta, sin dudas, mucho mejor que la que nunca existió en el pasado.
A pocos metros de la salida, pasó caminando el Diario de Ayer y vio la multitud despidiéndose sonriente. Asombrado se acercó, y preguntó:
- ¿Qué pasó acá?
Nadie contestó. Es que siempre pasaba lo mismo, el Diario de Ayer estaba siempre desactualizado.
De a poco fueron llegando ya que no muchos eran puntuales. El Huevo Zapata, el que siempre mete la pata, llegó para sorpresa de nadie, primero. Minutos más tarde, y quejándose del dolor de cabeza por la baja presión, llegó el Alfiler Jesús María.
Comenzaron a charlar amigablemente (su amistad de meses lo permitía) cuando escucharon un ruido sospechoso desde afuera. Curiosos como protagonistas de película de terror, fueron agazapados y preparados para lanzarse al malhechor.
-Tranquilos, soy Morrón- Aclaró el pimiento asomándose por la ventana y lo hicieron pasar. Lentamente fueron arribando a la gran cita todos los invitados, o sea, todos los habitantes de La Araucaria. Algunos llegaban cansados, y otros con muchas ganas de festejar.
-¡Miren que tengo una rosca bárbara eh!- Sostuvo con una gran sonrisa la Tapita de aquel amargo cuyano.
Los más amigos charlaban entre sí, y los que no lo eran tanto, también.
-Hola, ¿Cómo te llamás?- preguntó la Lechuga.
-Tomate- dijo vergonzoso.
El Vinagre, que miraba la conversación de cerca, supo que de ahí surgiría una linda amistad.
La mayoría estaba de buen humor. Hasta al Cordón Gómez se lo veía alegre. Normalmente estaba siempre preocupado por atar cabos sueltos y resolver casos misteriosos.
A quien se lo veía un poco intranquilo era a Calculadora Ramírez. Después de muchas dudas pudo tomar la decisión, y pese al enojo de su padre, comenzó la carrera de Abogacía. Charlaba sentado en un sillón con la Desprolijidad, que insistía:
-¿Estoy bien así?, ¿O me queda mejor el aspecto informal?
En cambio, la tecla Shift estaba reluciente. Ahora que se había puesto de moda el guión bajo no hacía otra cosa que mostrarse.
La mansión era muy grande y permitía que al mismo tiempo se estén realizando varias actividades y que nadie sepa qué se hacía en los salones o rincones del lugar.
La Trampa había sugerido jugar a la carrera de mente, pero nadie quería jugar con ella, parece que sabe bastante.
Hubo un grupo que decidió jugar al fútbol. Al Ancho de Basto lo mandaron al arco, como siempre. Por suerte para él, de grande sería un excelente arquero. El partido era de ida y vuelta, y a cada rato cambiaba el marcador.
-¡Gol!- gritó el equipo del Sindicato de Aceitunas.
- Uuuuyy. ¿Y ahora?- El Garbanzo Aurelio no entendía mucho de fútbol.
- ¿De qué cuadro sos?- le preguntó el Arroz Frito.
- De ese…de aquél de Picasso- contestó con dudas Aurelio.
Pero la realidad mostraba que estaba lleno de juegos por todos lados.
– ¡Quieto ahí!- Gritó el oficial Polenta. Claramente era mal perdedor cuando jugaba a la popa. No soportaba que nadie se le escape. Como la Ocurrencia ese día estaba lenta, decidió irse por las ramas, y no terminó el juego.
El Ajo y la Cebolla también se divertían, pero su desafío de lucha libre terminó mal. Cuando ellos se desafiaban ni el Azafrán podía calmar los ánimos. Un matrimonio de Pralinés tampoco pasaba un buen momento mientras competían en la canasta:
- Estás re deforme, parecés un pororó- dijo la Praliné hembra.
Otros preferían entretenerse de manera solitaria.
- Calláte que estoy más concentrado que el jugo de hoy al mediodía- dijo alterado el Imán de una pizzería, mientras jugaba al solitario.
Tampoco podía faltar la escondida. Varios se habían sumado a este popular juego, pero parecía que había inconvenientes.
-¡Dios mío!, ¿No sabés contar hasta diez?- Se alarmó el Pan Lactal sobre la ignorancia de la Bombilla. Mientras, sentado a un costado, el Llavero pensaba: las cosas no se pierden, sólo juegan a la escondida. Lo iba a decir en voz alta, pero justo fue pica salvatodos de la Esencia de Vainilla.
Claro que no todo el entretenimiento era lúdico. Había otros que charlaban sobre temas muy variados. Por ejemplo el Cable, que explicó que de la ciudad de la que era procedente se sabía, gracias a una estadística indiscutible, que los Cables de peor conducta eran pelados. La Jarra, por su parte, escuchaba atentamente mientras pensaba “qué cómoda es esta posición”.
Todas las conversaciones dejaban algo y mostraban alguna cualidad de los ciudadanos. A pesar de ser una Mandarina, pudo demostrar que era muy buena consejera en asuntos de inversiones en el ámbito cultural. La explicación de aquél cítrico dejó con la boca abierta a la Lata de Duraznos en Almíbar.
Algunos aprovechaban para contar historias o sueños actuales.
-Y caía por un pozo laaargo- Decía Alicia. Pero claro, Hugo el Destornillador no prestaba atención, opinaba que los sueños de Alicia se habían vuelto repetitivos últimamente.
Por su parte, el Diccionario Rigoberto, explicaba:
-Sí, Cotinga es un pájaro insectívoro, de pico grueso, boca grande y barbas carnosas que anida en los agujeros de los árboles-. Todos los presentes lo escuchaban atentamente, es que el Diccionario Rigoberto se las sabe todas.
-Algún día voy a estar en un diccionario y voy a significar algo- dijo un poco ilusionado Greastearsete. Todos lo miraron con ternura, y ninguno lo contradijo.
No todas las charlas eran alegres. A algunos les tocaba consolar o aconsejar.
-Estoy en otra, no se qué hacer- Decía el año 2005. Su baja autoestima incomodaba bastante a 2007.
Por otra parte, sin consuelo alguno, la Batata Lucrecia lloraba desconsoladamente y balbuceaba:
-Tengo cara de papa, lo sé.
En un momento de la tarde apareció el Repollo Ricardo haciendo una gran entrada. Era muy famoso en el bosque, pero su problema era que poca gente lo conocía y pasó inadvertido.
También, y a pesar de la confianza entre todos, había operativos de seguridad en la puerta. Era muy difícil que ingrese alguien armado, además no era necesario. El único capaz de poder burlar los registros y cacheos era el Azúcar, porque cuando andaba con armas la policía no se daba cuenta. Era prácticamente impalpable el Azúcar.
La jornada fue larga. Comenzó temprano y nadie se fue antes de tiempo. Es que estos vecinos siempre encontraban la manera de pasarla bien y no cansarse. Entre juegos, charlas, consejos, miradas, silencios y sobretodo, diversión, se pasó el día.
Luego, cuando creyeron que era hora de finalizar el evento, decidieron que se había hecho tarde (en La Araucaria al tiempo lo controlaban los mismos ciudadanos) y comenzaron a retirarse lenta, pero masivamente; el amplio camino de piedras grises y azules rojizos lo permitía. Se marcharon recordando las cosas que habían sucedido hacía no más de media hora; algunos gritaban, saltaban, reían, era todo felicidad. Hasta la Goma de Borrar estaba satisfecha por el resultado de la fiesta, sin dudas, mucho mejor que la que nunca existió en el pasado.
A pocos metros de la salida, pasó caminando el Diario de Ayer y vio la multitud despidiéndose sonriente. Asombrado se acercó, y preguntó:
- ¿Qué pasó acá?
Nadie contestó. Es que siempre pasaba lo mismo, el Diario de Ayer estaba siempre desactualizado.
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