Villagrán se despertó con tiempo. Desayunó sentado en la mesa como todos los jueves, y lavó su taza como todos los días con el resto de café. Nunca lo terminaba.
Mientras se cambiaba, recordó que necesitaba una respuesta. Buscó entre las medias del primer cajón y no la encontró. “Que raro”, pensó, ahí las guardaba siempre. Miró debajo de la cama, y nada.
Un poco más impaciente se fijó en el living, pero seguía sin suerte. Ni atrás del televisor, ni dentro de los libros, ni en el cajón de la verdura, en ningún lado la veía. Volvió a su habitación, y cuando la desesperación parecía ganarle, encontró una bolsa que tenía a la vista. La revisó y ahí estaba, en su interior, la respuesta que buscaba.
Se puso los zapatos, salió a la calle, estiró los brazos y arrancó hacia el este. Estaba contento con su respuesta, le hacía juego con la camisa y la sonrisa. Que tranquilidad la de Villagrán.
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1 comentario:
Yo tengo unas medias que aprecen un arcoiris, asique combinan prácticamente con todo.
Que bueno eso de encontrar respuestas, cuando uno más las está necesitando, no?
te mando un besote y un abrazo bien fuerte que te rompa todos los huesos (como decía el lolo :)) aunque la verdad que por escrito suene un poco agresivo..
emi.
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