sábado, 10 de mayo de 2008

La escapatoria

Un hombre, de esos que se creen rinocerontes, advirtió que lo estaban siguiendo.
Muy astuto, decidió apurar el paso y caminar por calles con nombres de provincias, sólo para despistar a su perseguidor.
Al llegar a una esquina miró para ambos lados, se dejó crecer la barba y compró una revista de interés general.
Preocupado, siguió apurado. No quería mirar para atrás, sentía que no le perdían pisada.
En el intento por dejarlo lejos, tropezó con una taza de café casi vacía. Al instante supo que era una pista...pero no la entendió. No contaba con el tiempo suficiente como para indagar a las personas que estaban por ahí cerca, y continuó su rumbo de escapatoria.
Llevaba la cuenta de los autos azules manejados por ingleses maleducados que lo pasaban por al lado, estaba seguro que en algún momento iba a necesitar un número preciso de algo.
Se miró las manos y notó que estaba perdiendo velocidad en sus largos pasos, por eso empezó a correr para atrás, mirando para adelante, levantando mucho las rodillas, con las manos en los bolsillos. Sabía que era imposible, pero también sabía que era la única manera de perder de vista a lo que lo estaba persiguiendo.....
Y ahí se dio cuenta...en ningún momento le había visto la cara...no sabía qué era lo que lo seguía...Frenó sus piernas y reaccionó...y entre sábanas destendidas, se despertó.
Este hombre era vivo, como todos los que se creen rinocerontes...

1 comentario:

La Luna dijo...

Siiiiii! mi preferido!!
jejeje, ya te lo habia dicho, me encanta este relato. =)

besos